lunes, 25 de enero de 2010

Yesterday and Today


Hoy es un día especial. Un día que sin necesidad de ser marcado en el calendario se hace sentir y al despertar por la mañana sé que no es un día como los demás. Hace mucho tiempo que he dejado de mantener la consciencia sobre el día en que vivo, disfrutando de cada segundo sin importar el número que le fue otorgado a esas veinticuatro horas.

Es curioso, que tras ser el tipo de persona que poca atención le brindaba a ciertos días que se decían festivos, al final terminara añorando un sólo día cada mes. Este día, conformado únicamente por dos dígitos que entre ellos no poseen ningún tipo de relación más la forzada unión a la que han sido expuestos con el próposito de llevar una numeración, es un día que muchas veces disfruté tanto al grado de derramar unas cuántas lágrimas de felicidad; y en otros casos, fueron días tan tristes que me resulta incomprensible cómo es que alguien puede llorar tanto.

Pero al final, vuelve a ser un día normal. El cielo permanece sin cambios, siempre azul, siempre sobre todo lo que la vista puede ver. El aire que respiro, el Sol que deslumbra mis ojos, los árboles que se alzan orgullosamente aquí y allá, las aves que vuelan gustosamente por ahí; todos permanecen como constantes en mi vida. Realmente nada ha cambiado. Mi casa sigue siendo la misma, la zona dónde se encuentra también, el saludo de mi mamá por la mañana, todo. Al parecer, sólo he sido yo quién ha cambiado.

Era absurdo pensar, que aquella despedida cambiaría algo en mi vida como si pudiera afectar físicamente a la realidad. Pero tras haber experimentado el cierre de mi mundo una vez, no me parecía algo imposible que se volviera gris de nuevo. Obviamente no lo hice con el afán de volver mi mundo algo depresivo y gris de nuevo, sino por el contrario, busqué un cambio positivo en mi vida.

No sé decir a ciencia cierta si lo que hice fue lo correcto, pues el concepto sobre el bien y el mal es algo que he venido analizando desde hace algún tiempo, sin llegar realmente a una conclusión por la subjetividad del mismo. A final de cuentas, lo correcto no siempre es lo ideal, y lo incorrecto puede ser beningno bajo ciertas circunstancias. Sea como sea, la certeza de que los giros que en mi vida se suscitan no son algún tipo de retorcido juego al que soy atada por algún tipo de poder superior, permanece intacta.

Hoy no estoy triste, a pesar de lo que cualquiera que supiera de mi historia creería. Tampoco estoy en la negación o algo por estilo; simplemente acepté un final que tal vez debí haber alcanzado mucho tiempo antes. Siempre supe que aquello que teníamos, y que al final atesoré como mi más preciosa posesión, no duraría demasiado. Para mí era como intentar permanecer dormida durante el resto de mi vida, con el único próposito de alargar la efímera existencia de ese sueño, que por mucho era el más hermoso de todos. Pero como todo sueño, como cada suspiro, llegó a su final.

Al menos creo que no terminó tan mal, siendo que cumplí por fin con uno de mis más grandes anhelos. Si he de ser sincera, me habría encantado saber si tu opinión sobre mí cambió al escuchar esas últimas palabras, o si aquello que puse dentro de ellas realmente te alcanzó. Es claro, que mis sentimientos fluyeron a través de ese discurso - pues he de mencionar que fue bastante largo -, pero, ¿fueron escuchados?

¿Lloraste conmigo cuando expliqué el dolor que adquirí tras tu pérdida?

¿Tu corazón se estremeció junto al mío cuando te conté de mi pena?

¿Sentiste felicidad al saber que jamás llegaste a convertirte en algo ajeno a mi vida?

¿Tu cuerpo fue víctima de esa presión al saber que mis palabras llegaban a su final y no me quedaba más que una sola cosa más que decirte?

Tantas preguntas que quedarán sin respuesta, y que nunca me atreveré a preguntar. Porque aunque mi principal objetivo era marcar un punto final; aún permanecía esa parte de mi que deseaba que tú intentaras convertirlo en un punto y aparte y continuaras escribiendo a partir de ahí. Pero de la misma forma, sabía que era ingenuo de mi parte esperar algo así, porque tras conocerte durante todo este tiempo, y por las últimas conversaciones que tuvimos, sabía que no irías tras de mí.

Si lo hubieras hecho, habría sido uno de esos cuentos de hadas dónde la princesa huye y el príncipe ni tardo ni perezoso va en su búsqueda, y con un final beso de amor, sellan su relación y viven felices para siempre. Y tú lo dijiste alguna vez; tú no eras el príncipe que yo esperaba, y yo no fui la princesa que creías.

A decir verdad, esa frase me hizo reír al mismo tiempo que lloraba. Lloraba porque eran parte de tus palabras 'finales' hacia mí; pero reía amargamente por la ironía de esa oración. Dijiste que yo no fui la princesa que creías, y sinceramente no entendí en qué momento creíste que yo era una princesa. Yo no fui, soy, ni seré una princesa jamás. Carezco de la gracia y la belleza para serlo, y así mismo de la disposición para cumplir con tan delicado papel.

Amaba cuando me llamabas así, eso era cierto, pero jamás llegué a sentirme como una. Porque para mí, ser una princesa jamás fue mi sueño. También dijiste que tú no fuiste el príncipe que yo esperaba, pero jamás esperé que lo fueras; es decir, ¿para qué querría yo un príncipe cuando te tenía a ti?

Tal vez te preguntarás porque nunca pensé en la idea del príncipe y la princesa, a pesar de mi tendencia de caer en lo cursi y romántico, pero debes recordar también, que yo no era flores y azúcar por completo. La idea de ser una princesa jamás me agradó por el hecho de que me resultaba insoportable que se la pasaran encerradas en sus torres esperando por un hombre que sólo por el hecho de haber nacido en la realeza era considerado un príncipe.

¿Por qué? Era insoportable porque para mí nunca hubo ese alguien que me 'rescatara', ese alguien que corriera en mi auxilio siempre que lo necesitaba, nunca hubo ese caballero de brillante armadura que me permitiera crearme la ilusión de concebir un amor así.

Así que si necesitaba ser rescatada, yo misma hacía las cosas por mi cuenta, si necesitaba ayuda me lo callaba y buscaba una solución, si estaba en una situación 'peligrosa', yo misma encontraba la forma de librarme de ella, sin depender ni esperar nunca que alguien viniera a rescatarme. El único que alguna vez acudió en mi ayuda fue mi hermano, y por ello le estoy agradecida. Y qué decir que lo admiro mucho, así que de alguna forma esas cosas me llevaron a sentir que lejos de convertirme en una princesa, esperando por que aparezca un príncipe montado en su caballo blanco; en el cuento de mi vida, yo soy mi propio príncipe.

Ahora entenderás, el porque me pareció graciosa aquella aseveración aunque en aquel momento me sentía destrozada. Y probablemente con esto entiendas más el porque siempre te busqué, el porqué nunca quise dejarte ir, porqué siempre permanecí a la espera del momento correcto para ir en tu búsqueda; porqué muchas veces dije que amaba a mi 'princesa'. Nunca lo dije queriendo dar a entender que eras muy femenino, al contrario, contigo llegué a sentirme realmente como la mujer que se supone soy gracias a tu evidente masculinidad. Pero si yo soy el príncipe de mi cuento, entonces tú debías ser mi princesa. Era mi chiste privado, el que para mí nuestros roles estuvieran intercambiados.

Obviamente jamás te salvé de nada, y aunque tú si me diste algo, salvación no encontré en ti.

Regresando a mi punto, esa chica curiosa que vive dentro de mí quisiera saber la respuesta a todas mis intrigas, y no voy a negar que mi corazón las exige buscando completar su amor. Pero nuestro amor siempre estuvo incompleto, y así permanecerá. Sin embargo, nuestra historia ha llegado a su fin. La historia en la que tú y yo por azahares del destino nos conocimos, y que por decisión propia terminamos juntos en una situación de la que difícilmente escaparíamos, y que por sobre todo, valoraríamos.

Sé que no es correcto asumir que para ti fue tan importante como para mí, pero sé que en algún momento compartimos las mismas emociones, sentimientos y deseos. Que en algún momento, estuvimos en sincronía absoluta y que a pesar de nuestras carencias, fuimos casi como uno. Así que de igual forma sé, que puedo afirmar con toda seguridad que habrán momentos en los que recordarás lo que alguna vez fuimos, lo que llegamos a tener.

El día de hoy, vivo con la certeza de que mi vida es mejor; que he aclarado aquello que abrumaba a mi corazón y que finalmente empiezo a caminar hacia adelante a grandes pasos, desvaneciendo la sensación de adormecimiento a la que mis piernas se acostumbraron tras caminar tan lento durante tanto tiempo. Lento, pues estaba a la espera de tu llamado, lento, intentando ganar tiempo para encontrar una forma de no despedirme definitivamente de ti, lento, para darte la oportunidad de venir de nuevo hacia a mi. Pero tú no vas a perseguirme, pues no deseas encadenarme a ti. A mi parecer, no te sientes en la disposición de arrebatarme mi libertad, y no entiendo porqué. Sé que en ti existe ese cariño que es para mí, y que probablemente lo que menos deseas es saber que el amor que es sólo para ti, le sea concedido a otro hombre.

Pero no me quitarás esta libertad a la que hace mucho tiempo renuncié, y no vendrás tras de mi a la expectativa de lo que puedo hacer. Con el tiempo, he llegado a entender que a veces, con tal de proteger al ser querido, es necesario separarse de él. Y pienso, que entre tú y yo las cosas se han dado así. Sí, de permanecer 'juntos', probablemente seríamos en extremo felices; pero al mismo tiempo la distancia que nos separa resultaría insoportable y dolorosa. Mientras más hable contigo, más te quiero, más te deseo; y mientras más te deseo, más me duele no tenerte aquí.

Así que como una medida de protección, me he alejado de tu lado, para cortar estas emociones, y no permitirles crecer más, ya que tal y cómo están ahora, es algo soportable, algo con lo que puedo lidiar. Lo mismo se puede aplicar a ti, pues es mi forma de protegerte también. No quisiera que sufrieras y mucho menos por mi persona, y de ser que nuestra relación retomara su rumbo, sé que sufrirías de la misma forma que yo. Y sin importar cuánto amor haya en una persona, cosas como la melancolía, la frustración y la impotencia te pueden dejar agonizando, al borde de la desesperación.

Dicen que los amantes que en esta vida no logran que su amor sea exitoso, en la próxima renacen siendo hermanos; como resultado de su anterior tragedia, les es permitido reencontrarse nuevamente en un tipo de vida dónde aún mantienen una estrecha relación, pero sin embargo no pueden amarse más allá de la fraternidad.

Debo decir, que desde que lo escuché, me he preguntado si tú y yo nos volveremos a encontrar en otra vida como hermanos. Si fuera así, y existieran las reencarnaciones; me sería más injusto el renacer siendo tu hermana que como ahora, dónde lo único que nos separa es una distancia física. Porque si aún siendo en otra vida, yo seguiré siendo yo, y tú seguirás siendo tú, me sería difícil no amarte de una forma totalmente especial.

De otra forma, no sé a ciencia cierta si nuestro amor no fue exitoso, pues no es algo que pueda decir. Fue incompleto, más nunca lo consideré un fracaso. Así que, si realmente es cierta esa creencia, espero que la próxima vez que nos volvamos a encontrar, no sea como familiares.

Al final, este día llega a su cierre y a pesar de tu constante e irrefutable presencia en mis sueños, no lloro por nosotros, ni por nuestro amor. Estoy satisfecha con las cosas tal y cómo están, y aunque está en mi naturaleza el siempre buscar más, no lo haré, pues sé que si tú eres esa persona para mí, entonces algún día nos volveremos a encontrar, en esta vida o en la otra. Y si por alguna razón, ese lugar no es para ti, al menos sabré que tuve la dicha de conocer a un compañero tan maravilloso como tú y que la persona que esté destinada a ser tu pareja, tendrá mucho que atesorar.

Hoy es otro día más del calendario, que pasa desapercibido por los demás seres humanos. Hoy no se celebra la victoria de una batalla, ni la caída de un dictador, tampoco se habla de la libertad de un pueblo, y mucho menos de la paz mundial. Más el día de hoy, celebro esos momentos llenos de felicidad y amor que compartí a tu lado, y sonrío ante el recuerdo de tu persona. Hoy, como todo día normal, me levanté, desayuné, comí, vi la televisión y realicé mis actividades, y como algo extra, me permití echar un vistazo a eso que tanto que atesoro y que se encuentra de mí.

Ahora, mi corazón me dice que te extraña y que quisiera estar contigo, y mi amor de nuevo, exige ser liberado para acudir a tu lado; más sin embargo, ambos se encuentran felices, pues a pesar de sus anhelos, han llegado a entender la situación. Probablemente el momento en el que el amor y el corazón se vuelven racionales, es donde se termina el cariño, pero lejos de creer eso, mi pensamiento me dice que es el principio de mi madurez y la solidificación de algo que por tanto tiempo permaneciendo creciendo y encogiéndose constantemente.

Hoy, mientras el final del día se acerca, admiro la belleza del mundo que yace frente a mí, y por unos instantes no existe nada más que yo, y lo que siento por ti. Mañana será otro día, y yo volveré a mi rutina usual, sin mirar ese tesoro que guardo con tanto recelo, y seguiré caminando hacia adelante.

En este mismo instante, puedo decir que soy completamente feliz.

"As the world is closing in,
the only thing I think is you.
Are you happy my dear?
Because I am.
And even after letting you go,
I'm able to smile.
Remember when I told you about the bird?
That beautiful and wonderful bird,
was a reflection of what you are.
Do you still fly, high in the sky?
Because now that I have gained once again my wings,
I'm looking forward to see you again.
So keep on flying, always getting higher,
because one day, I'll be able to meet you again."