domingo, 26 de septiembre de 2010

Una cita con la seducción.


Hoy he soñado con un beso desalentador. Después de mucho tiempo he sentido a mi cuerpo vibrar en verdad. Un beso donde el sólo recordarlo se me eriza la piel. Fui merecedora de un momento casi real en mis sueños.

Él me engaño hablando sobre cosas con seso, me indujo a querer seguir escuchando, como lo hace un gorrión con sus cantos de primavera. Yo me he dejado convencer, poco a poco me embriagaban esas palabras, he querido saber más, y no quise dejar de danzar sobre aquellos pensamientos mal sanos. Yo sólo me deje inducir a la pasión que sentía. A los cuestionamientos de mi hipnotizador, sentía la sangre fluir por cada parte de mi enfermo cuerpo. Era la mujer más enamorada del momento, la más deseosa, y también una mujer con alma de niña, ya que ansiaba saber más, la curiosidad estaba impregnada en mi piel erizada.

- Dime más, dime ¿por qué estás aquí dormido conmigo?- pregunte con brutal ansiedad.

- Porque he notado como me miras últimamente, deseaba saber lo que pensabas, con aquellos ojos de curiosidad y miedo- dice una voz fuerte, decidida y apasionada- deseaba compartir un pequeño momento de la vida contigo, quería tenerte en mis brazos y saber la razón de esa mirada tan particular.

- Te he mirado por que tus rasgos son finos, a veces imagino que vienes de otra época, por tu elegancia y porte, por tu cabello tan negro como la mente de un violador y asesino, tu piel blanca y rosada, tan sana y tersa, tanto que siempre me muero de envidia al mirarla, tus ojos verdes, pestañas largas y tupidas, aquel perfil griego, tu nariz tan recta, y tus pómulos pronunciados, tu espalda cuadrada pero delgada al mismo tiempo, tus manos fuertes, tus piernas largas… todo en ti es tan bello.

- ¿Por qué jamás te has acercado a hablarme? ¿por qué te conformas con sólo mirar?- sigue el mismo tono de voz tranquila y fuerte.

- ¿por qué? – digo casi ofendida- Tanta belleza me hace enojar, además tu porte tan presuntuoso, eres tan creído que casi muero y no por darte un beso si no por darte un buen golpe en aquella cara tan perfecta, me molesta tu presencia.

- Si tanto te molesta ¿por qué estas ahora conmigo? – lo dice a carcajada suelta- ¿por qué no sólo te marchas?

- ¿Eres idiota? Estoy aquí porque he llegado primero, de pronto he parpadeado un momento y me encuentro acostada en tu regazo, miro hacia arriba y veo tu hermoso rostro, por un lado me da gusto que este recostada si no vaya golpe que me hubiese dado… al darme cuenta de que invades mi soledad. ¿Ahora entiendes porque te odio?- Dice Regina muy molesta.

- No… francamente no te entiendo, tú me has llamado, ayer acordamos una hora, antes de dormir y tu muy contenta haz puesto hora, yo sólo he cumplido mi palabra- sigue usando el mismo tono de seriedad que tanto odia Regina.

- Tú y yo jamás hemos hablado, nunca mencione un lugar y una hora, yo pensaba que la que fantaseaba todo el día era yo, ¿sabes? Siempre te he visto como la persona más cuerda de este mundo, aunque al mismo tiempo la más solitaria. Antes de que llegaran tú y tu cómodo regazo, yo soñaba sentir como mi piel se ponía como de gallina y que descansaba…, por primera vez no estaba pensando en ti, disfrutaba de mi ya habitual soledad.

- Hemos quedado en un lugar y en una hora, tú misma me llamaste, y ¿cómo es eso de qué se te erizaba la piel? , ¿acaso tanto furor causo?- las manos de Dante empezaban a jugar con el cabello lacio de Regina, mientras la otra se encontraba en su mejilla, como un pensador griego.

Regina al notar que la mano de Dante estaba en sus cabellos, y le recorrían parte de la cabeza se empezó a tensar, la incomodidad empezaba a hacer acto de presencia, por otro lado le fascinaba, pero le causaba tanto fastidio que alguien llegara de la nada a intimidarla en un momento y en un lugar muy suyo.

El lugar predilecto de Regina se encontraba en un rincón de una casa solitaria, una casa amplia, de dos pisos y 8 habitaciones, de la cual sólo usaba una, un lugar que cumplía con la función de estudio, donde solo se podían encontrar libros a medio leer, muebles de madera y un color muy sobrio, una alfombra de colores serios, café, verde, un poco de rojo y unos cuantos motivos de formas abstractas. Encima de este reposaban almohadones de los colores preferidos de la muchacha, naranjas, blancas, verdes, azules, cafés y rojas.

En el lugar nunca había una luz encendida, lo único que alumbraba era la luna, así que era una iluminación muy cómoda, azulada- un azul muy intenso- ella podía dormir y pensar libremente, a veces sentía la soledad, que llegaba hasta el tuétano, a veces se sentía la mujer más feliz y hermosa de aquel mundo que aborrecía con todo su ser.

Las paredes blancas influenciadas por la luz de la noche, y la serenidad del lugar, le permitían a la joven poder descansar, ella disfrutaba la música de fondo y sus pensamientos acompañándola.

Lo cierto es que ella se encontraba sola por gusto propio, no encontraba una razón por la cual acercarse a la gente, sólo se conformaba con ser parte de aquel paisaje tan vago y rutinario. Y lo único que le causaba interés era la hermosa silueta de Dante y que, algún día podría llegar esa persona lo suficientemente buena para poder charlar, ella deseaba enamorarse, quería estremecerse por un contacto físico, y no por sus canciones preferidas o por el hecho de poder sentarse y escribir cualquier cosa que le viniera en mente, ella deseaba turbarse en verdad.

Dante sólo significaba una inspiración más en su vida, le reconfortaba poder mirarlo durante clases, y al mismo tiempo poder sentir la molestia que le causaba su presencia y sobre todo cuando él hablaba, con aquel tono de tranquilidad, tan firme y como siempre tan atinado. Ella llegaba a envidiarle la forma de expresarse, tan clara y tan ubicada, mientras que ni por voluntad propia lograba organizar sus ideas y poderlas expresar. Sin duda Dante significaba un gran problema y competencia en la vida de la joven.

Regina empezaba a azorarse, al sentir lentamente como las manos del muchacho empezaban a bajar por su cuello, y su voz firme y al mismo tiempo tan dulce y seductor empezaba a tararear una de sus canciones preferidas.

Stranded in this spooky town,

Stop lights are swayin
And the phone lines are down
Snow is crackling cold,
She took my heart, I think she took my soul
With the moon I run,
Far from the carnage of the firey sun

Ella podía sentir como sus mejillas se ruborizaban, al sentir las manos del joven. No sabía a dónde iba a ir todo esto, y mucho menos si quería que terminara, sólo deseaba sentir, era lo único que importaba en ese momento, quería comprender a Dante, quería amarlo sólo una noche aunque eso significara que sería el ultimo día en que podía mirarlo libremente, como todos estos meses lo había logrado.

- ¿Por qué me estás haciendo esto? , no deseo seguir aquí, te has adjudicado libremente este papel, adoro que estés aquí, pero me duela al mismo tiempo, porque sé que cuando esto termine yo seguiré añorándote cada vez más. No es justo que estés aquí. Estaba muy bien sola. – Regina empieza a gemir en silencio.

- ¿Acaso no te gusta esto? – Dante parece divertido- ¿no deseas ser amada y dejar a un lado esa soledad tan nefasta?

- No, he estado muy bien todo este tiempo hasta que decidí abrir los ojos y por desgracia lo primero que he mirado es tu odioso rostro, el día que me digne a escuchar a los demás estaba tu cautivadora. ¿Sabes cuantas noches he deseado que estés conmigo por toda la eternidad? El poder charlas contigo de lo que sea posible, el conocerte, deseaba tocar tu cuerpo, y comprenderte, pero lo único que me provocas cuando te tengo cerca es aversión. Cuando sólo estas en mis sueños… desearía no poder despertar más.

- ¿Quieres dejar de pensar y dejarte llevar? – Dante ha sujetado la cara de Regina con mucha firmeza, la mira a los ojos y acerca los labios para besarla, el beso es violento, la joven ha quedado pasmada, y lo único que es capaz de ordenar es el momento que está viviendo.

Ella ahora ha quedado prendida del cuerpo del muchacho, sus brazos son un par de rocas muy rígidas, y toda su piel ahora se encuentra carbonizada por el calor del momento. De pronto como si se acordara de los pasos a seguir cuando uno es besado, abre la boca y uno de sus ya casi adormecidos brazos toma a Dante por la cadera y le entierra las uñas, lo besa con euforia y se le va encima. Lo único que es capaz de sentir es la emoción del momento y los cálidos brazos de aquel amor de ensueño, como la protegen de sí misma, el único que es capaz de poner un alto es el joven, pero al parecer parece satisfecho con la actuación de la vivaz mujer.

Sus besos tan respetuosos, pero al mismo tiempo tan feroces, están llenos de deseo y un equilibrio mortal, parece no ser llevado por sus emociones, ya que sabe muy bien lo que hace. Una parte de él es capaz de fundirse con su acompañante pero la otra tiene muy bien plantados los pies.

De pronto aleja el cuerpo de la muchacha, la mira a los ojos, ella parece confundida y ansiosa y le da un tierno beso en la mejilla, la abraza fuertemente, y le dice unas cuantas palabras que no parecen entenderse, sólo Regina pudo sentirlas, ya que una lagrima y una sonrisa se le dibujaron en aquel rostro semi tostado. Y su cuerpo deseoso y hambriento fue apaciguado por unos golpes de energía, hasta que el vello de los brazos y cara quedaron en punta, inmediatamente aquel cuerpo joven vibro de dicha.

- ¡Regina! Es hora de despertarse, es domingo y no has sido capaz de levantar tu habitación. Levántate en este mismo instante.- Una voz enfurecida y un tanto chillante se ha escuchado en una parte vaga de la conciencia de la muchacha.

Ella abre los ojos, mira hacia la ventana y ve un cielo nublado, se incorpora de un golpe y se percata de que hace un frio insoportable se calza rápidamente y se pone los pantalones de la pijama, se dirige al baño, toca su rostro y está ardiendo.

Ve su reflejo desalineado, cierra los ojos, abre la llave del lavabo y moja rápidamente su semblante, fue la sensación más placentera de toda la noche y parte del día, pudo percibir la frescura del agua, y el bien que le hacía a su mente.

- Sólo era un sueño, un beso inexistente… ¡que impotencia caray! la única forma de obtener placer y dicha es en mis sueños – su voz es baja y un poco acongojada- de igual forma se que mañana veré de lejos a Dante… creo que a pesar de todo sí hemos tenido una cita.

Fue sólo un sueño, pero no uno de diario, ya que para la joven son esenciales los sueños, ya que así es capaz de obtener esas ganas de continuar y no caer en los usuales pensamientos de un humano. Ella desea seguir a pesar de todo, con un Dante o sin él. La felicidad de soñar es inmensa, la dicha de poder escribirla descomunal, pero que alguien sea capaz de leerlo y entender lo que ha pasado por la mente de la turbada escritora es totalmente irracional.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Una conciencia perdida en una realidad.


El mundo de Adrián es más obscuro del que cualquiera puede imaginarse. Se ha limitado a vivir en un cuarto con colores sobrios, de paredes color marrón y blanco, una amplia sala color verde y unos cuantos motivos naranjas; que por un lado refleja un poco de alegría a la habitación. Y algo a lo cual él añora todos los días cuando es incapaz de dormir es una antigua televisión. Desde inicios de su infancia el chiquillo y sus pensamientos parecieran quedar atrapados por este aparato y aquel lugar. El pequeño se ha dedicado 9 años a mirarla sin cesar. Como si ocultara algo que los demás desconocen.

No es que mirase todos los días algún programa en específico, sólo la prendía en algún canal con mala recepción donde los fantasmas estuviesen presentes con intensidad y fuera casi imposible distinguir alguna imagen. Un niño flacucho y de aspecto enfermizo, piel pálida, ojos verdes, cabello de un negro muy intenso casi azulado, labios delgados y tiernos, de estatura de unos 1.45 cm. Pero lo que más destacaba en su persona era la ausencia que transmitía.

- Creen que no puedo asimilar la realidad del mundo y que tampoco comprendo lo que es vivir en el. Lo cierto es que yo soy quien sabe que no solo existe un mundo y que espero un aliado en otro lugar. Mi puerta transportadora es el televisor de la sala, espero señales de vida.

Para muchos será la caja “idiota” pero jamás se han cuestionado que no sólo tiene una vida mecánica. En esta caja vive Bernardo un niño que al igual que yo vemos mundos diferentes.

-Soy Adrián y tengo 13 años, Bernardo tiene 9 y vive muy lejos de aquí.

-Bernardo ¿estás aquí? – pregunta sin la ilusión de una respuesta.

-Sí, pero estoy cansado, casi no puedo verte ¿Cómo te encuentras hoy Adrián? – La voz de Bernardo es casi inaudible.

-Bien, supongo. Hoy ha sido un día muy aburrido, también me siento cansado, ya no deseo asistir con René; ella cree entenderme o al menos finge hacerlo, pero en realidad ella sigue diagnosticando un extraño síndrome. Se lo ha hecho saber a mis padres como “autismo”. Los ha espantado bastante y el semblante de mi madre es enfermizo, se le cae el cabello a montones. Ya no quiero estar aquí. – Adrián usa un tono indiferente y un poco bajo.

-Por lo menos contigo saben que existes, a mi nadie me conoce, ni un suspiro se escucha en este lugar. ¿Vendrás algún día?- Bernardo contesta con angustia.

- Aún no sé cuando lo haré, pero te he dado mi palabra, no dudes de eso, a veces siento necesitar a un amigo y tampoco quiero que estés solo. ¿Cuándo podre ver tu rostro?- el niño pregunta como si se acordara que debía hacerlo- Te conozco desde que soy un bebé y jamás he visto tu rostro. Hace poco me ha surgido esa necesidad.

-Siempre lo has podido ver, pero sabes que tus ojos ahí no funcionan. Por mucho que te esfuerces estando en ese lugar, ellos jamás podrán ver más allá. Pero estoy en este lugar hablando contigo. Te pareces mucho a mí es lo único que puedo asegurar. Creo que si estuvieses en este lugar yo no existiría; tu ausencia permite que exista.

-Posiblemente tengas razón… - contesta meditabundo, tratando de ordenar sus pensamientos- Le he hablado de ti a René, mi terapeuta. Ella pareciera que no entiende mis palabras, me esfuerzo en gritar pero solo observa mis escasos movimientos, quisiera correr pero hay algo que me lo impide siempre estoy cansado y mis brazos y piernas parecen no hacer caso. Yo si entiendo a René pero ella me ve como si fuese un objeto, su mirada inquisidora se posa en mí con mucha atención. A veces creo que es sorda.

Bernardo escucha atentamente el relato del niño, no pasa nada por su mente ya que la soledad que el pequeño siente lo ha invadido hasta el tuétano, escucha solo el eco del otro muchacho resonar en el lugar obscuro y frio donde se encuentra, jamás ha tenido contacto con otra persona que no sea Adrián. A veces él mismo se cuestiona su existencia, forma una parte del otro niño a pesar de ser 4 años menor. No recuerda haber tenido a alguien cerca de él antes, tampoco recuerda cuando fue bebé, sólo sabe que cuando escucho la voz de Adrián por primera vez el empezó a existir como ahora se conoce.

-Adrián… ¿Sabes? Creo que nos parecemos en más de una cosa, a veces es como si viviese dentro de ti. – Con toda serenidad el pequeño Bernardo expresa sus pensamientos.

Adrián se ha sorprendido bastante al escuchar esto, pero inmediatamente es como si todo su sistema nervioso se apagara, y le resulta imposible expresar su sentir ante tal declaración

- ¿Me estás diciendo que no existes? ¿Qué todo es producto de mi imaginación? Eso es imposible Bernardo eres mi único amigo y quien me conoce, y los dos sabemos que hay mundos distintos, también ambos estamos solos- el niño empieza a sollozar en silencio.

- No he dicho nada de eso, simplemente es como a veces siento todo esto, yo estoy solo y jamás he visto a ninguna otra persona, mis ojos no funcionan bien, siempre estoy cansado y no recuerdo nada más antes de escuchar por primera vez tu vos.

- Dime algo – dice tristemente Adrián- ¿Cómo se llaman tus padres?

- Victoria y Javier, aunque nunca he podido ver sus rostros ni tampoco convivir con ellos, sólo escucho sus voces cuando estoy dormido. – el niño parece inquieto y un poco mareado.

Adrián empieza a querer arrancarse uno por uno los cabellos, sus manos se entiesan de tal manera que parecen garras, su mirada parece aún más perdida. En su interior se escucha a Bernardo dar un grito histérico. Las voces de los dos pequeños son tan iguales.

- Igual que los míos. – contesta Adrián con tono bajo en la cual se percibe una histeria.




*Aclaraciones, este texto fue inspirado en la fotografía que esta principiando la historia, es cortesia de una exposición de fotografá en el museo Franz Mayer en el D.F. "word press photo 2010".

La cual retrara a un pequeño niño de 13 años, llamado Adrián, quien sufre autismo. Me inspire en la soledad de este niño y quice conservar su escencia, entre ellos el nombre y la historia de su vida original.

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